¿Te has preguntado cómo llegaste aquí?
Este es uno de esos Newsletters que escribo más para mí, pero creo que le puede ayudar a otros.
Es un recordatorio de lo que debo hacer si pretendo vivir la vida en mis términos y no los de alguien más.
Es un recordatorio de lo que ocurre cuando no lo haces.
En muchas etapas, y espero no ser el único al que le ha pasado esto, siento que la vida me ha arrastrado a una costa a la cual nunca pensé llegar.
Como en el mar, después de haber pasado un tiempo a la deriva, flotando entre las olas y dejando que la corriente te llevara, de repente te encuentras de pie en una orilla desconocida, mirando a tu alrededor sin reconocer el paisaje. Sabes que no fue una sola ola la que te trajo hasta aquí, sino la acumulación de pequeñas e imperceptibles olas que, en su momento, parecieron insignificantes, pero que, juntas, te han llevado hasta este lugar.
Y ahora, la pregunta es: ¿sigues dejándote llevar o nadas contracorriente a donde realmente quieres estar?
Supongo que no tengo la respuesta.
Habrá quienes digan que es mejor seguir la corriente, adaptarse al nuevo paisaje y encontrar la manera de sacar lo mejor de este lugar. Que nadar contra la marea es agotador e innecesario, que quizás este es el lugar al que estabas destinado a llegar.
Pero también están los que miran al horizonte con determinación, los que sienten que su verdadero camino se encuentra en otro lado y están dispuestos a nadar contra la corriente para alcanzarlo. Saben que no será fácil, que habrá resistencia, pero están convencidos de que valdrá la pena el esfuerzo.
Creo que, en diferentes etapas de mi vida, he sido ambos tipos de persona: a veces me he dejado llevar por la corriente, y otras he nadado contra ella para llegar a donde realmente quiero estar.
Al final, solo quiero mirar atrás y saber que fui yo quien trazó esta ruta. Que cada paso, cada giro y cada decisión fueron míos, y no de alguien más. Que viví la vida en mis propios términos, sin dejar que otros dictaran mi camino. Que supe cuándo fluir con la corriente, pero también tuve la fuerza para nadar contra ella cuando me alejaba demasiado de donde realmente quería estar.
La vida siempre tendrá ambos momentos, y lo único que espero para mí y para ti, es que nunca te arrastre tanto como para despertar un día en un lugar que no reconoces y que detestas. Pero también, que no pases la vida entera nadando contra la corriente solo para terminar exhausto.
Encontrar ese equilibrio, saber cuándo dejarse llevar y cuándo luchar por tu rumbo, es lo que quiero para mí y lo que deseo para ti.