Escucha las Señales
Todos queremos algo.
Ser más felices o tener más paz en nuestras vidas.
Ganar más dinero.
Encontrar a la pareja de nuestros sueños.
Un mejor trabajo.
Emprender un negocio.
Probar nuestras ideas ante el mundo.
Creo que, por cientos de razones distintas, a veces, no nos permitimos aceptar que queremos algo dejando ese sueño morir poco a poco.
Y todo parece estar bien. Tu mente racionaliza la decisión y sigues adelante con tu vida. Al ser algo que nunca tuviste o hiciste, quizá en algún momento, quedé como un vago recuerdo o idea de lo que nunca fue.
PERO AQUÍ ESTÁ EL PROBLEMA (al menos para tu inutil pretensión).
Cuando ves a alguien que conoces hacer exactamente lo que tú querías hacer. Y no solo eso, sino que la están rompiendo. No es que quieras que les vaya mal, pero su éxito es un recordatorio de lo que tú no hiciste. Su gran valentía al tomar acción es reflejo de la poca que tú tuviste.
Y sabes dentro de tí que pudiste hacerlo igual o inclusive mejor que esta persona, pero te convenciste a tí mismo que no lo querías, te convenciste que eso no era para ti, cuando en realidad, simplemente, no tuviste el coraje para dar los pasos necesarios que sabes eres capaz de dar.
Así me sentí yo.
Ver a esta persona hacer algo que yo anhelaba hacer me hizo sentir envidia por un momento. La falsa creencia que había utilizado para ahogar mis más grandes anhelos me había explotado en la cara. Supongo que es normal sentir algo de envidia, incluso algo de enojo cuando alguien muestra cómo tus creencias estaban equivocadas.
Y quiero ser muy claro: yo quiero que le vaya increíble a esta persona. Todas esas emociones eran reflejo de mi accionar, eran reflejo de una serie de creencias que había creado al no haber tenido el coraje para tomar acción.
En ese momento, me enfrente a una difícil decisión: 1) dejar que esa emoción me carcoma y seguir viendo cómo el mundo toma acción mientras yo me mantengo en el banquillo; 2) dejar de esperar el permiso del mundo para ir a buscar lo que yo quiero de esta vida.
No te voy a mentir, no fue fácil.
Tristemente, la opción número 1 parece ser la norma en el mundo. Gente que se convence a sí misma que sus sueños y anhelos no valen la pena. Y ver a otras personas hacer lo que ellas quieren hacer, las carcome por dentro, pero en algún momento lo aceptan y culpan a sus circunstancias de no haber tenido las oportunidades que la otra persona tuvo.
Yo no quería ser una de esas personas.
Así que, comencé. Lo que despertó envidia y algo de enojo en mí se convirtió en la señal que necesitaba para comenzar a tomar acción. Tenía que dejar de esperar el permiso de un mundo que nunca me lo iba a dar, y en realidad, pues ni siquiera le importa.
Voy paso a paso. Intentando, fallando, aprendiendo y volviendolo a intentar. Por momentos, dudo si quiero seguir haciéndolo, y si decido dejarlo más adelante, está bien. Lo más importante es que no me quedaré con el sentimiento de nunca haber tomado acción, de no haberme permitido buscar aquello que más quería.
Al final, la búsqueda por lo que quieres, mientras sea honorable, es lo que le da sabor a esta vida