Hemos estado haciendo las cosas al revés
Me encantaba la idea. Simplemente, me hacía todo el sentido del mundo.
Volteaba a mi alrededor, y solo veía gente en trabajos que detestaban, donde cada fin de semana se convertía en un pequeño alivio temporal al sufrimiento que habían atravesado durante toda la semana.
Ver esto solo reforzó en mí una de las frases más populares (y peligrosas) de los últimos años:
“Trabaja en lo que te apasiona y no trabajarás un solo día de tu vida.”
Sonaba tan obvio, sonaba tan mágico… ¿Qué podría salir mal?
Problema número 1: ¿Qué demonios me apasiona?
La mayoría no tiene una respuesta clara. Nos dicen que sigamos nuestra pasión, pero nadie nos dice cómo encontrarla. Y cuando no la encontramos, empezamos a sentirnos defectuosos. Como si nos faltara algo.
Pero tal vez el problema no es que no tengamos una pasión, sino que estamos buscando en el lugar equivocado.
Lo estamos viendo al revés. La pasión, en mi opinión, no se encuentra. Se desarrolla. Solo piensa en aquello que te apasiona el día de hoy. Puede ser lo que sea, no necesariamente debe estar relacionado con algo profesional. Y déjame preguntarte algo:
¿Eres bueno haciéndolo? ¿Siempre lo fuiste? O, ¿fuiste mejorando a la par que tu pasión por dicha actividad aumentaba?
Problema número 2: Me apasiona esto… hasta el momento en que se convierte en un trabajo
Es fácil amar algo cuando lo haces por gusto.
El gimnasio, por ejemplo, se convirtió en un lugar sagrado para mí. Ir a entrenar era, y sigue siendo, uno de los momentos más importantes de mi vida, pero algo cambió cuando intenté convertirlo en parte de mi trabajo.
Comencé a grabar contenido todos los días. A pensar en ángulos, repeticiones, iluminación. A preocuparme por lo que iba a subir, si se veía bien, si aportaba valor. Y sin darme cuenta, el lugar que era mi refugio empezó a sentirse como una oficina. La presión por crear contenido, el crear mi pasión en un trabajo, provocó que eso que yo sentía por el entrenamiento se sintiera muy lejano.
Lo que te apasiona puede dejar de gustarte si lo cargas con demasiada presión. La pasión puede verse opacada cuando se convierte en una obligación constante.
Problema número 3: Las cosas que me apasionan han cambiado con el tiempo
Lo que amaba a los 15 no es lo mismo que a los 25. Y a mis 34 años ya ni me acuerdo de lo que me volvía loco a los 20.
Crecer es normal. Cambiar también. Y si conviertes tu pasión actual en tu única brújula para el futuro, cada cambio se puede sentir como una crisis de identidad.
Tu identidad no tiene que estar atada a una sola pasión o vocación. Deja espacio para evolucionar. Tal vez lo que te apasiona hoy no te va a mover mañana… y está bien.
El secreto no está en aferrarte a lo que fuiste, sino en mantenerte flexible, curioso y comprometido con seguir creciendo. Eso sí puede ser tu brújula a largo plazo.
Solo quiero que consideres que:
Quizá no tienes que esperar a sentirte motivado para empezar. Quizá solo tienes que empezar, y la motivación llega después, como una consecuencia, no como un requisito.
Quizá no necesitas sentir un amor abrumador antes de comprometerte con alguien. Quizá el compromiso es lo que construye el amor profundo.
Y quizá tampoco necesitas descubrir tu gran pasión antes de actuar. Quizá lo único que necesitas es elegir algo, comprometerte, esforzarte, mejorar… y un día, sin darte cuenta, esa simple elección, ese compromiso, se convierte en parte de tu propósito y tu gran pasión.
¿Qué cambiarías si así fuera? ¿Cómo se vería tu vida?