El Verdadero Objetivo del Entrenamiento y la Buena Alimentación
Estábamos a -10 grados centígrados.
Tuve que ir a la pista de hielo donde la escuela tenía una caminadora y una elíptica para hacer algo de ejercicio.
Absolutamente nadie las usaba… más que yo.
Después de meses cenando ensalada de atún, entrenando diario cuando nadie más lo hacía y ni siquiera oliendo la mesa donde ponían pizza y postres, por fin había alcanzado el objetivo de muchos: había visto mis cuadritos por primera vez. No lo podía creer.
Al principio fue un rush impresionante. Días enteros sin dejar de mirarme en el espejo. Pero luego pasa algo curioso: tu vida no cambia tanto.
Nadie te lanza confeti.
No te vuelves otra persona.
No se resuelven tus problemas.
Y si no mantienes ese nivel casi militar de disciplina (comí una rebanada de pizza en todo el año), es complicado sostener esos resultados por siempre.
No te voy a mentir: no aprendí la lección en ese momento. Mi mente rápidamente saltó al siguiente objetivo: “Bueno… entonces debe ser subir de músculo”.
Spoiler alert: tampoco era la respuesta.
Con el tiempo, me pasó lo que le pasa a muchos. Después de lograr cierto físico y ver que la vida seguía igual… dejé de entrenar. Como si pensara que la respuesta estaba en otro lado. Pero al hacerlo, me di cuenta de algo importante: no me gustaba cómo me sentía cuando dejaba de hacerlo.
Y fue en ese momento donde comenzó cierta cita conmigo mismo en el gimnasio, pero por las razones correctas.
Antes de llegar al trabajo, tengo esta cita conmigo mismo desde hace más de 17 años.
No importa el día. Esa cita es sagrada. Es solo para mí. Pero, curiosamente, todos a mi alrededor se benefician cuando no falto a ella.
He aprendido que si yo no estoy bien, no puedo dar lo mejor de mí a los demás. Y que la mejor versión de mí siempre aparece después de levantar cosas pesadas, sudar un poco y una buena alimentación.
Fue ahí, con los años, donde entendí algo que cambió por completo mi forma de ver el entrenamiento y la alimentación:
No entreno ni como bien para cambiar mi cuerpo. Entreno y como bien por cómo me hace sentir. Entreno y como bien para cambiar mi vida.
Entrenar y comer bien no son para cambiar tu físico, son en realidad, los ejercicios “auxiliares” para mejorar tu vida, para fortalecer ciertos puntos del “rango de movimiento”.
Son el equivalente a esos ejercicios invisibles que nadie aplaude… pero que hacen posible el levantamiento olímpico final. Y ese levantamiento… es tu vida.