La Confianza se Gana
Me siento muy cómodo en el gimnasio. Es quizá el único lugar donde es así.
Desde el momento en que pongo un pie ahí, sé exactamente lo que tengo que hacer. Es una sensación difícil de describir, pero siento que tengo el control. Después de años entrenando, tengo la confianza para realizar cualquier ejercicio y usar cualquier máquina.
Pero no siempre fue así…
Recuerdo la primera vez que pisé un gimnasio. Fue en la preparatoria, en Estados Unidos. No sé qué le ponen a la comida allá, pero definitivamente la gente no se ve físicamente igual que en México. Estar rodeado de personas que llevaban años entrenando fue una de las experiencias más intimidantes que he tenido. Voy a ser sincero contigo: necesitas coraje y valentía para hacerlo.
Pero así es con todo lo nuevo, ¿no crees?
Cuando empiezas algo, siempre sientes que vas muy por detrás de los demás. Temes que quienes ya tienen más experiencia juzguen cada paso que das.
Ese artículo que quieres escribir.
El idioma que llevas tiempo queriendo aprender.
El video que grabaste y nunca subiste a redes.
Ir al gimnasio por primera vez.
Nada de eso es sencillo. Créeme, dar ese primer paso fue increíblemente difícil para mí. Pero con el tiempo, el coraje con el que inicias se transforma en algo más.
Las mancuernas dejan de intimidar.
El “wey mamey” resulta ser de los más dispuestos a ayudarte si te acercas.
Las máquinas pierden ese misterio y aprendes a usarlas de forma correcta.
Un día, casi sin darte cuenta, llegas al gimnasio y te sientes cómodo. Un día descubres que ya tienes confianza en ti mismo. Tal vez llegue antes o después, depende de cada persona. Pero si tuviste el valor de intentarlo y te mantuviste en el proceso, la confianza llega.
Y cuando llega, sientes que puedes con todo.
Primero necesitas coraje para comenzar. Después, la confianza se gana.