Tienes que ser TÚ. It’s on You
Hace un par de semanas escuché una conferencia de Tom Bilyeu.
Me gusta mucho su enfoque evolutivo del comportamiento humano y cómo explica que los seres humanos tienen un poder de adaptación increíble que les permite convertirse en lo que quieran si están dispuestos a pagar el precio.
En esa plática, comenzó diciendo algo que me quedó muy grabado:
Todos los que están aquí ya cumplen con los requisitos mínimos para tener éxito en lo que sea que se propongan.
Ya sea inteligencia emocional, coeficiente intelectual o cualquier otra capacidad que tu meta requiera, ya lo tienes.
¿Y por qué es importante esto?
Porque si ya cumples con lo necesario, solo hay una razón por la que podrías no lograrlo: tú mismo. No hay excusas. No hay a quién culpar.
Y sí, suena fuerte. Pero creo que eso es precisamente lo que más miedo nos da: Aceptar que tenemos el poder.
Saber que ya somos capaces, que tenemos lo que se necesita… y aun así, no estar donde queremos. Eso duele. Eso confronta.
Y eso fue exactamente lo que me pasó en la fábrica.
Yo había tenido una buena idea: involucrar al equipo en la creación de contenido para redes sociales. Pero tomé el camino fácil.
Puse cartulinas, Sharpies, Post-Its, un sistema de premios... y me senté a esperar. Y cuando nadie participaba, podía pensar: “Ven, no les importa. Yo lo intenté.”
Así, me convencí de que la responsabilidad no era mía. Pero ¿sabes qué estaba haciendo en realidad? Le estaba regalando mi poder a alguien más.
Cuando decides que los demás son los responsables, te quitas a ti mismo la oportunidad de hacer algo diferente. Y sí, hay cosas que están fuera de nuestro control. Eso siempre será verdad. Pero poner el foco ahí no te ayuda a avanzar. Solo te cuenta una historia bonita que alivia la culpa… pero no mueve nada.
Ahí es donde entró Rosita. Con una sola frase, me devolvió la claridad: “Tienes que ser tú.”
Fue un golpe directo porque tenía razón. Yo no había hecho lo suficiente. Había tomado el camino cómodo. Había delegado lo que me tocaba. Así que cambié el enfoque.
Tomé los Post-Its, el Sharpie, y fui uno por uno pidiéndoles que escribieran su mejor idea. La semana pasada grabamos por primera vez.
¿Va a funcionar esta iniciativa en redes? No lo sé.
¿Va a hacer crecer la empresa? Quizá.
Pero hay algo que sí quiero saber en cualquier cosa que me proponga: que hice todo lo que estaba en mis manos para intentarlo.
Que no me conté historias.
Que no culpé a nadie.
Que no me rendí por comodidad.
Nada cambió… hasta que yo lo hice.
Para lograr lo que sea, primero tienes que recordar algo fundamental: SIEMPRE TIENES QUE SER TÚ.