Simplicidad en el Gimnasio
Fui a cortarme el pelo la semana pasada.
Los dueños de la barbería son 6 hermanos que vienen de Veracruz. Su papá era barbero y les enseñó a los hijos la profesión. Increíblemente, todos decidieron dedicarse a lo mismo.
Por alguna razón, todos los hermanos comenzaron a ir al gimnasio y a comer mejor. No sé cómo empezó todo, pero cada vez que llego están hablando de entrenamiento y de lo que comen todos los días. No es una queja. Sin duda, es de esos temas de los que puedo hablar durante horas también.
El más joven de todos era de los últimos en haberse animado a ir al gimnasio, y como todo principiante, estaba confundido con cómo comenzar y qué rutina hacer.
En ese momento, después de 18 años de haber comenzado a entrenar, me puse a pensar en que son pocas las cosas que verdaderamente mueven la aguja del progreso en un principio, y si dominas estas, el resto del camino será mucho más sencillo:
Ser constante (lo más importante y más difícil quizá).
No importa si vas un día por semana, dos, tres o seis. Lo que importa es que vayas todas las semanas.
La constancia es la palanca más poderosa en cualquier transformación física y/o mental. Un entrenamiento imperfecto, repetido durante meses, supera al plan perfecto abandonado a la tercera semana.
Tu único objetivo al inicio: volverlo un hábito y aprender a divertirte con el entrenamiento.
Priorizar los ejercicios compuestos
Como bien lo estipula la Ley de Pareto, y como bien aplica para el entrenamiento, son pocos los ejercicios que necesitas para cambiar tu físico.
No necesitas rutinas interminables ni mil variaciones. Sentadilla, peso muerto, press de pecho, press militar, remo y jalones… movimientos básicos que reclutan varios músculos al mismo tiempo y te dan el mayor retorno por tu esfuerzo.
Comienza con estos, domina la técnica y ve cómo se transforma tu físico. No necesitas hacer cientos de ejercicios. Necesitas de los más importantes.
Cumplir tus requerimientos de proteína.
En la alimentación, también aplica la regla de la simplicidad para comenzar: come suficiente proteína todos los días.
Al principio es difícil. Creeme, más de lo que crees. La mayoría de la gente no dimensiona la cantidad real que necesitan.
La proteína es la base para construir músculo, recuperarse mejor y ver cambios reales. Si solo mejoras esto, avanzarás mucho más que aquellas personas que quieren quitar el rojo 40 y demonizan los edulcorantes artificiales.
Comienza con la proteína, come suficiente todos los días, y cuando ya sea parte de tu vida, comienza a mejorar todo lo demás.
Al final, construir un mejor físico no es un misterio reservado para expertos. Es el resultado de repetir lo esencial, una y otra vez. Si puedes ser constante, enfocarte en los ejercicios compuestos y cumplir tu proteína, ya estás haciendo más que el 90% de la gente que se pierde en lo complejo.
Lo simple no solo funciona: libera tu mente para dedicar tu energía a lo que realmente importa.
Empieza pequeño, empieza simple… pero empieza.